Quizás era demasiado débil para soportar que me mire a los ojos, su mirada me hacia sentir invadido, como si ella pudiera ver todo lo que guardo dentro. Entra sin golpear y en un parpadeo desordena todo lo que he ordenado dedicadamente a lo largo de mis años, como si todo estuviese vergonzosamente mal acomodado. Por otro lado, adentrarme profundo en sus ojos me traía una sensación extraña, una desolación oceánica, me obligaba a naufragar pequeño en mi balsa, impotente, sabiendo que lo que me rodea dentro de ella no es desolación, si no la grandeza que yo nunca podría abarcar…
Me enamoraba en cada segundo, en cada parpadeo, me despojaba de todo lo que no importa demasiado, no a su lado.
Poderosa, podía imaginar las cosas mas allá de su respectivo color, no conocía limites, mucho menos cadenas, emanaba luz, vida, belleza, me envolvía como un niño acunado entre su sensualidad e inocencia y entre esos mantos todo era tibio y confortante como el sol de las cinco huyendo por la pradera.
Me enamoraba en cada segundo, en cada parpadeo, me despojaba de todo lo que no importa demasiado, no a su lado.
Poderosa, podía imaginar las cosas mas allá de su respectivo color, no conocía limites, mucho menos cadenas, emanaba luz, vida, belleza, me envolvía como un niño acunado entre su sensualidad e inocencia y entre esos mantos todo era tibio y confortante como el sol de las cinco huyendo por la pradera.
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