jueves, 13 de enero de 2011

Escote, cliente, pastillas.


El fulgor y el sabor se acaban, tan solo una pitada mas puede terminar la noche, el fin es inminente y ella, extenuada, ya no tiene fuerzas para oponerse, ha liberado su potencia en cada alarido, se ha despojado de ese rojo intenso que cubria sus labios carnosos y juguetones, dejandolo impregnado en la piel del hombre que duerme profundamente a su lado, enredado en su larga cabellera castaña, ahora despeinada.

Otro encuentro casual, otra pasion fugitiva, que no le pertenece y no le interesa, digna de durar siete segundos, en el caso de que el cliente este bien dotado como para domar a esa fiera de muslos robustos, de piel curtida por el sol y por la vida.

Una pastillita rosa menos y ya no le queda dinero para la proxima tableta, en eso piensa mientras intenta vislumbrar entre la luz roja por donde dejo tirada sus diminutas prendas, perfumadas a muestra gratis. De a poco completa su vestuario, se arrgela lo minimo indispensable como para no dar tanta pena, toma el magro salario que le dejo la noche y se zambulle en el frio de afuera, sin nada que tape ese pronunciado escote, que deja ver todo lo que se les ocurra, menos a ella, a la verdadera Violeta, la que habla sola dentro de ese hermoso cuerpo.

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