martes, 25 de enero de 2011

La teta de mamá

Algunas veces las cosas vienen hacia uno; sobre todo cuando te sentás en el parque Rivadavia con mates y un libro, con el corazón roto y la fé en el mañana mas borrosa que clara.
Te sentas a esperar - si lo haces, aunque no creas -. Pensas que te vas a pasar un rato con vos misma pero no, vos sabés que te sentas a esperar, es el único momento en que podes hacerlo sin que nadie se de cuenta, claro está.
Sabés que la vida no se trata de esperar, hasta estas harta de saber que la vida es decidir todo el tiempo: decidir que decir, que comer, de que trabajar, en que creer, que programa de TV mirar, que comprar y a quien amar. Todo recae en vos, todo se trata de lo que decidas para tu vida... y despues de decidir, la batalla por conseguir.

Cruel.


Muy cruel saber tantas cosas.
Mejor: tomar mates y esperar, como cuando llorabas y tenias la teta de mamá.
Hoy la teta de mama se convirtio en una fantasía, un silencio pesado enterrado en el medio de tu inconciente, en tres cigarrillos encendidos al hilo combinandose con algunos sorbos de mate,
fiijacion oral, aungustia latente, llorar sin saber por qué (y sin la teta de mamá), dormir más de lo normal, pocas ganas de cocinar, masturbación escasa, ni pena ni gloria.

Otras veces te sucede que las cosas que vas a buscar se te van escapando caprichosamente, como si exprimieses gelatina... y ahi es cuando suele aparecer ese fenomeno que mueve montañas que usualmente llamamos fuerza de voluntad.
Pero cuidado, que sólo vas a poder luchar si aun te queda alguna brasa encendida en medio de tu alma, para que apantalles y se encienda, tome fuerza y te llene de fuego, luz y pasión cada rincón de vos misma.


¿Te quedó alguna brasa?

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