miércoles, 26 de enero de 2011

Un duelo de los 17 años.

Las hojas de otoño caen solo para no volver a hacerlo nunca mas,
para que luego vengan otras y tomen su lugar.
La nieve en la brisa primaveral se derrite para no volver a hacerlo nunca mas
hasta que del cielo vuelvan a vestirse las tierras del sur de su blanco virginal.

¿Pero quien le niega a esas hojas la sombra que alguna vez le brindaron al agotado caminante?
¿Quien le puede negar a esas hojas ser las responsables del sonido del viento el dia en que los ahora enamorados se conocieron?
¿Quien le niega a esas hojas su color amarillento que llena de luz las calles de un otoño implacable, inevitable?
Han vivido, han muerto y vuelven a vivir en cada recuerdo.

¿Quien puede quitarle al hielo la indescriptible sensacion de comenzar a ser el agua que rueda y se escurre por los techos?
Agua impalpable, hermosa e indestructible

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